Dentro del reciente Mobile World Congress, la tecnología de transporte brillante estaba por todas partes, desde automóviles conectados y autónomos hasta ambulancias 5G.
Pero fuera del recinto, la realidad era un poco menos brillante. En las calles de Barcelona, los asistentes al MWC19 tuvieron que lidiar con una huelga del metro, atascos, errores en los billetes de transporte y una protesta de los conductores de Uber y Cabify.
Ambas compañías habían abandonado la ciudad a principios de febrero, tras varias semanas de conflicto con los taxistas tradicionales que desembocaron en un decreto del gobierno catalán que exigía que los vehículos de transporte se alquilaran con 15 minutos de antelación y prohibía la geolocalización y la circulación de los coches por la ciudad. ciudad que busca clientes.
Cabify afirma ahora que volverá a operar en Barcelona “habiendo adaptado su modelo a las restricciones impuestas por la Generalitat”, regresando con una flota de 300 vehículos “en una fase inicial”.
Pero según Unauto, una asociación de conductores profesionales con licencia de vehículos de transporte de viajeros (VTC) que cubren servicios de transporte compartido, hay alrededor de 15.000 titulares de VTC en España, y unos 3.000 en Cataluña antes de que se aprobara el decreto.
Uno de los conductores de los 10.500 taxis convencionales que circulan por la ciudad, Felipe Ausin, afirma que los VTC siempre han estado ahí. Pero considera que la ley española que establece un ratio de un VTC por cada 30 taxis no se ha respetado al permitir el funcionamiento de los coches de Uber y Cabify.
Lo que molesta a los conductores como él es que una licencia de taxi cuesta tanto como comprar una casa: 120.000 euros o 136.000 dólares. Esa inversión tarda en recuperarse, de ahí la hostilidad hacia los conductores de Uber y Cabify que no tienen que pagar esa prima.
VER: Tecnología y el futuro del transporte (informe especial de ) | Descargue el informe en formato PDF (TechRepublic)
José Yañez, taxista de 54 años, con 33 de experiencia, considera que “los conductores con licencia VTC ocupan un espacio que no les corresponde porque prestan el mismo servicio que un taxi sin pagar la misma licencia”.
También destaca que los autónomos como él no pueden competir con grandes empresas como Uber o Cabify, por lo que está contento con el nuevo decreto.
El portavoz español de Uber, Yuri Fernández, sostiene que la obligación de esperar 15 minutos para viajar en un VTC no existe en ningún otro lugar de Europa y es totalmente incompatible con la inmediatez de los servicios bajo demanda, como UberX.
“El futuro de la movilidad es poder elegir”, afirma, y es clave para desarrollar una estrategia de movilidad sostenible con menos vehículos circulando por las calles.
Para lograrlo, todas las partes interesadas deben trabajar juntas, sostiene Fernández. “¿Uber y el sector del taxi trabajando juntos? Puede que suene raro, pero no lo es. Ya lo hacemos en varias ciudades del mundo, y queremos hacerlo en España”.
En Madrid todavía se está discutiendo la ordenanza que busca regular la actividad de los servicios de transporte compartido en la ciudad. La propuesta que más preocupa a los conductores de Uber y Cabify es una limitación de los kilómetros que pueden hacer sin un pasajero en el vehículo.
Argumentan que sería injusto aplicarles tales restricciones cuando las emitidas por el Ayuntamiento de Madrid demuestran que un taxi convencional recorre unos 208 kilómetros diarios en la ciudad, 113,6 kilómetros de ellos sin conductor (129 millas y 70,6 millas).
VER: El nuevo viaje diario: cómo los coches sin conductor, el hyperloop y los drones cambiarán nuestros planes de viaje (Artículo de portada de TechRepublic) | Descargue la versión PDF
Mientras tanto, los usuarios de la generación millennial y Z no entienden por qué se limitan sus opciones económicas. Laura e Inès, de 18 y 24 años respectivamente, ambas estudiantes en Barcelona y usuarias de Uber y Cabify, quedaron desoladas cuando ambas compañías abandonaron la ciudad.
Saben que el sector del taxi convencional también ha desarrollado aplicaciones para pedir vehículos a través de sus teléfonos, pero siguen prefiriendo las alternativas de economía colaborativa.
“Los vehículos son más limpios y te llevan a donde quieras sin desvíos innecesarios”, afirma Inès, que está haciendo un máster en derecho internacional.
Al final, las protestas de ambas partes probablemente sean inútiles, dado lo que estaba sucediendo dentro del recinto del MWC19. El cambio tecnológico es imparable y también abre nuevas posibilidades, como aplicaciones cooperativas de viajes compartidos basadas en blockchain o viajes compartidos sin fines de lucro.
Independientemente de lo que prometa la tecnología del futuro, el taxista José Yañez sólo quiere seguir conduciendo su coche: “Sabes, no creo que el coche autónomo se apodere de las calles mañana”.
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